PSICOANÁLISIS DEL POEMA LOS HERALDOS
NEGROS
Psicoanálisis y la hermenéutica literaria
El desafío de hacer una aproximación
psicoanalítica a la literatura, abre, una nueva perspectiva, no sólo para el
análisis crítico de la misma, sino fundamentalmente para una comprensión más
profunda de ella. El entender que la literatura es uno de los lugares en que el
inconsciente encuentra un espacio para manifestarse, plantea una nueva relación
con el texto literario, ya que no debemos olvidar que el inconsciente que
aparece, que florece en el texto, no es sólo el inconsciente del autor, sino
también el del lector, que aprovecha ese espacio para filtrar-se, para
reconocerse. La literatura deja de ser entonces mero goce estético,
entretención, viaje a mundos inalcanzables, conocimiento del alma humana, para
transformarse en espacio de autoconocimiento. De acuerdo a este análisis, el
lector entra al texto tratando de entender y reducir sus figuras, y al hacerlo,
entra en sus contradicciones, en la dialéctica entre consciente e inconsciente
del autor, pero fundamentalmente en las propias.
Los vínculos entre el psicoanálisis y
la literatura han existido desde un inicio. En el curos de su elaboración
muchos elementos dela literatura fueron tomados por Freud para asimilarlos en
su estructura conceptual. Para Freud los poetas ofrecen la palabra, es decir un
lenguaje, al impulso interior del hombre. Desencadena la aventura del deseo,
sin evidenciar su ley interior.
Esta
suerte de exacerbación o acentuación del movimiento del inconsciente
hace de los escritores modelos para el investigador de los procesos mentales.
Al padre del psicoanálisis, como sus seguidores, nos les interesa el arte o la
literatura sino su propio objeto: la vida psíquica del hombre.
De ahí que en al obra freudiana el
poeta es asumido como el que sueña despierto. Su ventaja consiste en manifestar
en al escritura la vida afectiva de los seres humanos, por ello Freud percibe
al artista como “un mediador entre la oscuridad de la pulsión y de la claridad
del saber sistemático y racional”.
Análisis
Los heraldos negros se sitúan en
una etapa relativamente temprana de la producción de César Vallejo. De hecho,
este poemario se presenta como una evolución, ya que varios poemas aparecen
todavía marcados por la huella del modernismo y ceñidos
bajo las formas métricas y estróficas clásicas, mientras que otros aparecen ya
más cercanos al lenguaje personal del poeta y en formas más liberadas. Algunos
poemas son de evocación hacia lo nativo o indígena (la tierra y la gente), pero
abarca también muchos de los temas que serán recurrentes en la obra del poeta:
el destino del hombre, la muerte, el dolor, la conciencia de orfandad, el
absurdo, la religión o la culpa, todos ellos tratados por el poeta con un
acento muy personal, bajo una mirada cercana al existencialismo.
“Coyné señala que en Los
Heraldos Negros predominan dos notas: la rebelión contra la retórica
anterior, y el consiguiente uso de ciertas formas anti literarias (por ejemplo
el “Yo no sé”); predominio del elemento afectivo, cubriendo en general toda la
obra. Si transformamos el vocablo “afectivo” con el de “humano” (lo más
afectivo, después de todo), tendremos caracterizada la mayor parte de la poesía
vallejiana”. Luis Alberto Sánchez: La literatura
peruana
Los heraldos negros
Hay
golpes en la vida, tan fuertes… Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma… Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma… Yo no sé!
En esta primera estrofa, Vallejo nos
habla de las grandes desgracias de la vida. Aquellas tragedias que sólo podrían
explicarse como el resultado del odio de Dios. Vallejo no se refiere a las
cachetadas que día a día nos brinda la suerte, pues la mención de Dios indica
que estos golpes bajos que menciona el poeta parecen más el producto de toda
una confabulación del tiempo y espacio en contra de nosotros, algo más organizado
y malévolo como el Holocausto Nazi. Son tan fuertes que logran doblegar hasta
el más “macho”, a aquél que está acostumbrado a recibir golpes duros
soportándolos con estoicismo y perseverancia. Pero estos golpes son tan
contundentes que son capaces de pulverizar todo ese estoicismo logrando que la
“resaca de todo lo sufrido” se “empoce en el alma” de una vez por todas. “Yo no
sé!” dice Vallejo, indicando que estos golpes ocurren con tan poca frecuencia,
que nadie, ni el que escribe, puede explicarlos a cabalidad.
Son
pocos; pero son… Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.
En esta segunda
estrofa, Vallejo nos confirma que estos golpes son pocos. Pocos pero cruciales.
Ante ellos, hasta el rostro más fiero se tuerce, hasta el lomo más fuerte se
hunde. En consecuencia, no hay nada que podamos hacer para preparanos, pues son
tragedias tan escasas y devastadoras, que no podríamos soportarlas jamás: nos
destruirán aunque sea temporalmente. Vallejo las compara con potros indomables,
o como mensajeros enviados por la Muerte. Esto señala que en todos estos golpes
sentimos que perdemos la vida. Aunque también implica que estos golpes no nos
causan la muerte. Por lo tanto, son golpes emocionales más que físicos. La
muerte de la esposa, de un hijo, la pérdida de la vista por una bala perdida,
por ejemplo. El Chele Torrez recibió un golpe de estos cuando el Faro publicó
esas llamadas.
Son
las caídas hondas de los Cristos del alma
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.
En el tercer párrafo, Vallejo también
nos sorprende al aclararnos que estas tragedias son injustas y que no son
consecuencia de malas acciones, aunque talvez sí del descuido y del exceso de
optimismo. Hasta los Cristos del alma sufren estas hondas caídas. El Destino,
simplemente se burla de su santidad. El poeta también nos informa que estos
golpes son precedidos por una gran expectativa y optimismo, como la esperanza
de comernos un delicioso pan que ya está casi listo, pero que al final se nos
quema en la puerta del horno.
Y el
hombre… Pobre… pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa, en la mirada.
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa, en la mirada.
Aquí Vallejo describe magistralmente
la naturaleza del hombre bueno ante las desgracias. Vallejo dice que a pesar de
que estos golpes son producto de la mala suerte, “el hombre, pobre, pobre,” se
siente culpable, y cree que la tragedia es producto de “todo lo vivido”, de
todas sus acciones, y toda “esa culpa se empoza en su mirada.” En conclusión,
Vallejo nos habla de esos golpes emocionales que nos causan una profunda y
dolorosa melancolía, para los cuales jamás estaremos preparados, y de los que
no tenemos mayor culpa, aunque pensemos lo contrario.
Hay
golpes en la vida, tan fuertes… Yo no sé!
César Abraham Vallejo Mendoza (Santiago
de Chuco, 16 de marzo de 1892 – París, 15 de abril de 1938), poeta, narrador y
periodista peruano considerado entre los más grandes innovadores de la poesía
del siglo XX. Fue, en opinión del crítico Thomas Merton, “el más grande poeta
universal después de Dante”, halago que no hace más que confirmar el enorme
legado del poeta del “dolor humano”, quien revolucionó la forma y el fondo de
sentir y escribir poéticamente. En Trujillo se le asocia con el grupo “El
Norte”, conformado por Antenor Orrego, José Eulogio Garrido, Víctor Raúl Haya
de la Torre, Alcides Spelucín y Juan Espejo Asturrizaga; mientras que en Lima
se le vincula con intelectuales como José Carlos Mariátegui, Abraham
Valdelomar, Luis Alberto Sánchez, Manuel González Prada, José María Eguren, y Juan
Parra del Riego
1.-UBICACIÓN DEL
OBJETO DEL DESEO (TEMA CENTRAL)
Como ya mencionamos o analizamos en el capitulo anterior.
Se deduce que el tema central de ese hermoso poema es: el dolor humano de su
existencia sobre la incertidumbre que padece el ser humano.
2.- RED DE SIGNIFICANTES:
-objeto deseado: se
busca la razón de ser del dolor que, a cada instante, ahoga la existencia del
ser humano.
3.- CONDICION SIMBOLICAS:
VALLEJO UTILIZA
IMÁGENES Y PRINCIPALMENTE, SIMBOLOS PARA HACERNOS VER LS TEMAS ANTES MENCINADS
DESDE UNA PERSPECTIVA NUEVA.
4.- CONDICION METOFORICA DEL TEXTO:
En el ámbito del psicoanálisis, la metáfora se asocia con el proceso de
identificación. Al escuchar a alguien, el sujeto absorbe e incorpora la palabra
del otro. Dice Julia Kristeva que “el objeto amoroso es una metáfora del
sujeto, es la metáfora constitutiva”. Quien ama es también un creador de
metáforas, esas imágenes que representan el deseo, el tránsito o transporte del
ser real amado al ser ideal construido con las propias fantasías.
Así pues bien en este poema también vemos la abundancia de este recurso
literaria.
5.- HERMENEUTIA TEXUAL:
Hermenéutica, arte de interpretar textos para fijar su verdadero sentido.
Los teóricos de la hermenéutica del siglo XIX, como Friedrich
Schleiermacher y Wilhelm Dilthey, entendían la comprensión como un proceso de
reconstrucción psicológica, es decir, de reconstrucción, por parte del lector,
de la intención original del autor. En este sentido, el texto es la expresión
de los sentimientos de su autor y los intérpretes deben intentar ponerse en el
lugar del autor para revivir el acto creador.
Semántica textual
Los heraldos negros se
constituyen por ejemplo, en un símbolo de la muerte, desde el titulo ya hay una
evocación de los mensajeros de la muerte, los cuales solo pueden anunciar el
dolor. Es también como algo que circunda permanentemente a la vida.
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